Normalmente cuando un pez chico se atreve a plantar cara a un pez grande su heroismo suele acabar en tragedia, por ejemplo, Numancia acabó cayendo ante el Imperio Romano, Zaragoza tampoco pudo resistirse a los franceses y los texanos fueron masacrados en el Álamo, sus nombre suelen acabar en los libros de historia y sirven de inspiración para futuras generaciones, pero no se puede negar la evidencia, si te enfrentas contra un ejercito superior la cosa acaba como el rosario de la Aurora.
Pero la semana pasada Javi Varas demostró que el que la sigue la consigue, que la épica existe y que por mucho que se tuerza la cosa siempre queda la esperanza y lo de su partidazo contra el Barça sólo es la punta de iceberg, porque el bueno de Javi lleva resistiendo lo suyo.
Javi Varas no es ningún chaval, ya tiene 28 años y salvo alguna cesión se ha pasado la vida en las categorías inferiores del Sevilla. Hace dos años era un perfecto desconocido que sólo estaba para suplir a Palop, pero Javi ha ido ganando minutos poquito a poco, aprovechando cada oportunidad por pequeña que fuera y hoy por hoy podemos decir que es el meta titular del club hispalense.
Sin embargo, a ojos del gran público Javi Varas se hizo famoso ante el todopoderoso Barça, donde hizo paradas de todos los colores y resistió a los blaugrana oleada tras oleada, pero como en toda película de acción que se precie, en el punto álgido el héroe suele sufrir un revés que parece que va a hacer que el malo se haga con la suya, así que muchos bajamos los brazos cuando se pitó ese penalti en el tiempo de descuento y además se encargaba de tirarlo el pistolero más rápido de este lado del Mississippi, Leo Messi, así que parecía que esto iba a ser otro caso de resistencia inútil ante el invasor, otra Numancia, otro sitio de Zaragoza, otro Davy Crockett caído en combate, pero... se conoce que el bueno de Javi no sabe mucho de historia o simplemente estaba espoleado por el partidazo que se estaba marcando y detuvo la pena máxima arrancando un punto del inexpugnable Camp Nou.
Por una vez y en la vida real este pez no tan chico ha dado un buen mordisco al tiburón, me encantan las historias épicas y más cuando las protagoniza un guardameta.
Saludos porterísticos.
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